martes, 24 de diciembre de 2013

Otro cuento de Navidad

Estamos otra vez en Navidad y cada año que pasa me voy pareciendo un poquito más al Grinch, ya sabéis, al bicho verde ese que odiaba estas fechas y se tiraba un aire a Jim Carrey. Y es que, estoy convencido de que el espíritu navideño no representa en realidad esos valores que quedan tan bien en los anuncios de la tele y que tiene que ver más con las compras y el consumo que con la paz, el amor y todas esas 'perroflautadas' que  escuchamos entre villancicos.

Creo recordar que todo este tinglado de las luces en las calles, las cenas con tus suegros y los regalos a diestro y siniestro se llevan a cabo para conmemorar el nacimiento de un tío muy importante hace 2000 años y pico. Es sabido que en el año 0 en Belén había tres centrales nucleares capaces de generar la electricidad suficiente para encender las luces navideñas de todos los portales de la ciudad, y que todo el mundo las enchufaba porque, en aquella época, aún no había déficit tarifario y la luz estaba mucho más barata. La gente era pobre, pero se regalaba mierdas inservibles que todos recibían con sonrisas falsas y a todos ellos les encantaba ir a cenar a casa de la suegra para acabar discutiendo con el imbécil de su 'cuñao'. Las tradiciones vienen de hace miles de años y tú no puedes borrar de un plumazo la historia de siglos porque seas un rancio, estés en  el paro y no tengas un duro. Así que no te queda otra que ir al chino a comprar una muñeca a tu sobrina, unos calzoncillos para el imbécil de tu 'cuñao' y un rayador de pan para tu suegra. Antes comprabas las mismas mierdas en El Corte Inglés, pero la crisis agudiza el ingenio y lo que haces ahora es empapelar los regalos del chino con papel de El Corte Inglés. Los de Ferrero Rocher llevan años envolviendo cagarrutas en papel de oro y tampoco les ha ido tan mal...

Ya estamos en Nochebuena y, por mucho que lo intentes, nada será diferente. Llevas años dando la barrila para cambiar la mariscada de fin de año por una macarronada de Nochevieja, pero eres un incomprendido (tú y tu maldita alergia al marisco) así que no te quedará otra que comer macarrones solo mientras todo el mundo se pone ciego a nécoras y carabineros, que en estas fechas no salen tan caros si se pagan a escote. Tampoco podrás ver lo que te gustaría en la tele y tendrás que tragarte primero el interesantísimo discurso navideño del Rey y luego el especial de Raphael, que lleva más años protagonizando la Navidad que el propio niño Jesús.

En definitiva, ya sabes todo lo que te espera estas navidades y hace ya mucho tiempo que escribiste la carta a los Reyes Magos, en la que solo pides una cosa: que el año que viene consigas al fin un trabajo, en Kuala Lumpur por ejemplo, y que así tengas una excusa para librarte de esta tradición milenaria, aunque seguro que echarás de menos los insultos del imbécil de tu 'cuñao' cuando se dé cuenta de que tu regalo navideño está aderezado con un ligero toque de polvos pica pica.
¡Feliz Navidad a todos!


Marco Alonso / Periodista